Un casamiento que terminó en terapia intensiva

TANDIL.­– No fue el comienzo ideal de su nueva vida de casado. Hugo Quatrocchi y Lourdes Arhex festejaban su unión, esa que, se supone, es para toda la vida. Pero ese “para toda la vida” podría haber sido muy corto, si se tiene en cuenta el accidente inesperado que casi finalizó en tragedia. Ya terminaba la noche y el alcohol corría con fluidez por las venas de los invitados que seguían bailando en la pista. Animados por el festejo, los amigos quisieron obsequiarle al novio el vuelo de bautismo matrimonial, una práctica que es un clásico de los últimos años en los casamientos que se celebran en el país. Abruptamente, casi con violencia, tomaron a Quatrocchi de los pies y de los brazos y lo tiraron por los aires una vez, dos, tres... Pero en uno de esos aterrizajes, la contención falló. O, mejor dicho, sus amigos fallaron, porque no lograron atraparlo y Hugo golpeó fuertemente su cabeza contra el piso. ¿La consecuencia? Su noche de bodas la pasó en la sala de terapia intensiva de un centro asistencial, donde se repone de un fuerte traumatismo de cráneo. La dramática situación sucedió el sábado pasado, aunque trascendió en las últimas horas, en el salón de la Cámara Empresaria de esta ciudad, donde la pareja había resuelto festejar su unión matrimonial. El lugar, en Mitre al 800, pleno centro local, es un amplio espacio con capacidad para 300 personas. La celebración transcurría con normalidad hasta el momento en que se produjo el pico de festividad, y con muchos de los amigos de la pareja con algunas copas de más -como suele ocurrir en ese punto de los casamientos- el joven Quattrocci fue tomado para ser sometido a su vuelo de bautismo. Según pudo reconstruir LA NACION a partir del testimonio de un asistente a la fiesta, en uno de los enviones al aire, cuando ya eran cerca de las 5 de la mañana del domingo, el joven ingeniero agrónomo, de 32 años, dio una vuelta sobre su cuerpo y, al descender, no fue agarrado por nadie. Entonces se desplomó y golpeó con su cabeza fuertemente contra el piso. Lógicamente, la música dejó de sonar, ante la gravedad que ya se evidenciaba. El show, esta vez, no pudo continuar. Inicialmente, como sucede en estos casos, el herido recibió la asistencia de los invitados con conocimiento de primeros auxilios. Pero las primeras curaciones no dieron los resultados esperados y alguien ordenó: "Llamemos rápido a una ambulancia porque está muy grave". De pronto, todo lo que eran risas y festejos se transformó en escenas de desesperación y miedo. El muchacho fue trasladado de urgencia a uno de los principales sanatorios de esta ciudad, donde, sin embargo, no pudo ser sometido a demasiados tratamientos ni análisis como consecuencia del alcoholismo que presentaba a esa altura de la fiesta. Poco después, el mismo domingo por la tarde, la familia dispuso su traslado a una clínica de la Capital Federal. Tras pasar por varios centros asistenciales, finalmente fue internado en el Hospital Italiano. Allí se dispuso su colocación en una sala de terapia intensiva.